Posiblemente la verdad desnuda de lo que Brecht pensaba y sentía se encuentre en sus poemas. Muchos de ellos suenan como confesiones, otros son denuncias y alegatos claramente ideológicos o didácticos, y otros ¿más personales¿ participan de esa mezcla de pasión y reflexión con la que observaba y expresaba el amor. Todos son cantos a su oficio, la dramaturgia, y a la única amante a la que fue fiel toda su vida: el teatro.