Timón salió de la casa una mañana, con el sol ya alto. Llevaba puesta la nariz. Esta vez se proponía llegar a la antigua ciudad de Barabati. Un viaje de tres años, calculaba, fatigoso y lleno de peligros. En la casa quedaron los otros Mocos ocupados en los asuntos domésticos. Un mediodía descubrieron que la única ventana del cuarto de Quintín había desaparecido. Completa, con las cortinas, los vidrios, el marco, las persianas y el agujero. ¿Llegará Timón, el Moco viajero, a la remota Barabati? ¿Recuperarán los otros la ventana perdida? En una sola novela, dos enigmas insoportables.