En un mundo construido sobre el contrato político, económico y social, los pobres parecen quebrar el juego de dar y recibir, y por eso prospera la tendencia a excluirlos. El problema no es de xenofobia, puesto que la recepción entusiasta a turistas extranjeros contrasta con el rechazo a refugiados e inmigrantes. Hablamos de "aporofobia", de rechazo al pobre. Es el pobre el que molesta, incluso el de la propia familia. En Aporofobia, el rechazo al pobre, Adela Cortina expone uno de los conflictos morales más arraigados y obviados de nuestro tiempo, no solo para darle un nombre sino también para significarlo y darnos las herramientas para que nos enfrentemos a una realidad muy nuestra.