Se dice generalmente de todo libro nuevo, para encarecer su originalidad, que "hacía falta". Del suyo puede decirse esto con verdad, porque, en efecto, faltaba, y llena útilmente un gran vacío. [...] No basta ser dueño de un territorio rico, si el hombre no se identifica con él por la idea y lo fecunda por el trabajo, y sobre todo si el libro no le imprime el sello que constituye como un título de propiedad, haciéndolo valer más. Por esto su libro, como comentario de un mapa geográfico hasta hoy casi mudo, importará la toma de posesión, en nombre de la literatura, de un territorio casi ignorado, que forma parte integrante de la soberanía argentina, pero que todavía no se ha incorporado a ella para dilatarla y vivificarla.