Todos éramos hijos nos revela los entretelones y el espíritu de una época desde los corazones y los pupitres de un puñado de adolescentes que mientras forjan su personalidad definen su destino. La dictadura se inscribe en el adn de esta generación que no tienen la oportunidad de ensayar porque la violencia de los 70 no especula y allí, donde esbozan un accionar, se juegan la vida.